Vestigio único de las fábricas de cerillas parisinas, este sitio, construido en 1874, vio crecer chimeneas y edificios hasta 1957. La fábrica renació en 1967 con la Documentación Francesa, antes de acoger un instituto de formación de conservadores y restauradores.
En el siglo XIX, una ley obligó a los fabricantes de cerillas parisinos a buscar terrenos baratos y aislados en los alrededores de la capital. Pantin y Aubervilliers se convirtieron entonces en enclaves privilegiados para estas industrias en auge. En la década de 1850 se establecieron tres fábricas en Pantin, incluyendo la de los hermanos Rimailho en la actual avenida Édouard-Vaillant, y una en Aubervilliers, la fábrica Delabarre en la rue du Vivier.
Estas fábricas empleaban a hombres, mujeres y niños, a menudo en duras condiciones. El fósforo blanco utilizado hacía el trabajo peligroso, causando enfermedades graves, hasta que el fósforo rojo de las «cerillas suecas» ofreció una alternativa más saludable. En 1872, el gobierno francés estableció el monopolio de las cerillas: las fábricas de Pantin y Aubervilliers se fusionaron, y Pantin se convirtió en el mayor centro de producción francés, con una producción de más de 13 000 millones de cerillas en 1887. En Aubervilliers, en 1905 se construyó una moderna fábrica de cerillas, equipada con máquinas Sévène-Cahen que automatizaron la producción y mejoraron la seguridad. Con sus ladrillos, su amplio acceso y su monumental chimenea de 45 metros, se convirtió en un referente industrial y urbano. Sin embargo, el auge de los encendedores desechables provocó su declive, y la fábrica cerró en 1962.
Si bien la industria ha desaparecido desde entonces, el lugar ha encontrado nuevos usos: Centro de Documentación Francesa, centro de formación y, posteriormente, Instituto Nacional del Patrimonio desde 2015. La chimenea, monumento histórico protegido, aún sirve como recordatorio del patrimonio laboral e industrial de Aubervilliers.
Estas fábricas empleaban a hombres, mujeres y niños, a menudo en duras condiciones. El fósforo blanco utilizado hacía el trabajo peligroso, causando enfermedades graves, hasta que el fósforo rojo de las «cerillas suecas» ofreció una alternativa más saludable. En 1872, el gobierno francés estableció el monopolio de las cerillas: las fábricas de Pantin y Aubervilliers se fusionaron, y Pantin se convirtió en el mayor centro de producción francés, con una producción de más de 13 000 millones de cerillas en 1887. En Aubervilliers, en 1905 se construyó una moderna fábrica de cerillas, equipada con máquinas Sévène-Cahen que automatizaron la producción y mejoraron la seguridad. Con sus ladrillos, su amplio acceso y su monumental chimenea de 45 metros, se convirtió en un referente industrial y urbano. Sin embargo, el auge de los encendedores desechables provocó su declive, y la fábrica cerró en 1962.
Si bien la industria ha desaparecido desde entonces, el lugar ha encontrado nuevos usos: Centro de Documentación Francesa, centro de formación y, posteriormente, Instituto Nacional del Patrimonio desde 2015. La chimenea, monumento histórico protegido, aún sirve como recordatorio del patrimonio laboral e industrial de Aubervilliers.